El zoólogo francés, Enrique Coupin, demostró hace unas décadas que los animales lloran por distintas circunstancias y, muy especialmente, cuando sufren cautiverio o cuando sienten que su vida está en peligro. Los más sensibles del reino animal son los mamíferos: entre éstos, los terneros, que lloran al ser separados de su madre. La facilidad de verter lágrimas que tienen los mamíferos se explican por la presencia de una aparato lagrimal suplementario, constituido por un hoyuelo debajo de la órbita.