Los animales con cerebros más grandes no son necesariamente más inteligentes. Así lo creen Lars Chittka de la Universidad Queen Mary de Londres y Jeremy Niven de la Universidad de Cambridge. La investigación científica muestra reiteradamente cómo los insectos son capaces de algunos comportamientos inteligentes que los científicos pensaron previamente que eran exclusivos de los animales más grandes. Las abejas, por ejemplo, pueden contar, clasificar objetos similares tales como los rostros de humanos o de perros, entender el concepto de "igual" y "diferente", y distinguir entre formas que son simétricas y asimétricas.